‘La PAC está cerrando un círculo pernicioso, generando una situación de dependencia alimentaria que en sus orígenes se proponía combatir’
En el desarrollo del proyecto AgroecologiCAM, uno de los trabajos que venimos desarrollando es la realización entrevistas a personas expertas dentro de los ámbitos de la agroecología.
De estas personas, esperamos que nos den claves para continuar nuestra investigación sobre el impulso y fomento de la agroecología dentro de las políticas públicas e identificar cuáles son los principales obstáculos con los que nos encontramos.
Iremos indicando, tanto las personas que entrevistamos como esas pistas que nos proporcionan, nuestro camino para el reconocimiento de la agroecología como modelo de agricultura y ganadería de proximidad y como estrategia para el diseño de sistemas agroalimentarios sostenibles.
La agroecología contempla toda la cadena agroalimentaria y, dentro de la producción y transformación de alimentos, no podíamos pasar por alto al sector de la ganadería. Para ello entrevistamos a Concha Salguero Herrera, coordinadora de proyectos de políticas agrarias en la Asociación Trashumancia y Naturaleza y miembro Plataforma por la Ganadería Extensiva y Pastoralismo.
Como leerás, Concha nos remarcó la importancia de poner apellidos y de distinguir la ganadería extensiva de la intensiva o industrial, algo especialmente relevante dado los actuales conflictos con las macrogranjas en el medio rural que, al contrario que la ganadería extensiva, generan elevados impactos ambientales.
Como no podía ser de otra manera, hablar de ganadería extensiva implicó hablar de la PAC; una piedra angular en este asunto, ya que las ayudas de la ganadería correspondientes al Pilar I –los pagos por pastos permanentes-, muchas veces no llegan a las personas que realmente ejercen la actividad ganadera extensiva, ya que los pagos se basan en superficie de pasto y los derechos históricos. De manera que, si no se tiene ni lo uno -pastores sin tierra- ni lo otro -derechos de la PAC- no podrá recibirse pago alguno aunque se ejerza la actividad.
Así, es muy frecuente que los pagos de la PAC los reciba el titular de la tierra y no la persona que desarrolla la actividad ganadera, como sucede en casos de pastos arrendados o de carencia de derechos para activar. Esto ha creado asimismo un “mercado de derechos de la PAC” que genera una especulación que desvirtúa la realidad agraria productiva.
Además, como la PAC tiene una “perspectiva de agricultor/a individual” a la hora de aplicar sus normas a los pastos comunales también se generan disfunciones que obstaculizan aún más la labor de las personas que hacen ganadería extensiva y pastoreo.
Esto es especialmente preocupante dado el escenario de abandono de la actividad ganadera extensiva y de la consideración de los pastos como zonas “marginales” desde el punto de vista productivo, ya que lo que la PAC debería incentivar es justo lo contrario: fórmulas que puedan ser beneficiosas en la gestión del territorio rural y que ayuden con la obtención financiación a bajo coste para el emprendimiento, la incorporación de jóvenes y el acceso a la tierra.
Por otro lado, Concha nos comentaba que existe una falta de comprensión en cómo son los pastos en el sur de Europa, ya que se considera que los pastos herbáceos son más productivos y por ello con derecho a recibir más ayuda; frente a los pastos del Sur de Europa donde predominan los pastos leñosos y arbustivos, con una función más eficiente en un clima mediterráneo.
A estos últimos pastos se les aplica para el cálculo de la ayuda un coeficiente de descuento -por copas de árboles, pendiente, matorral, etc.- que no tiene ningún sentido desde un punto de vista de agronómico y es injusto y muy perjudicial para la continuación de la actividad.
Es significativo el comentario de un inspector de la Comisión Europea ante una explotación donde se consideraba negativo el hecho de que se observase too much nature –demasiada vegetación natural-, sin entender con ello los beneficios e interacciones que se dan entre pastos y vegetación natural. En nuestros ecosistemas, por ejemplo en las dehesas, las zonas de matorral son fundamentales para el desarrollo de los brotes de árboles nuevos y por lo tanto, de su regeneración y supervivencia.
Además, destacó la gran diferencia que hay entre el presupuesto del Pilar I, correspondiente a las ayudas directas y cercano al 80% del total y el presupuesto del Pilar II, que se destina a desarrollo rural.
Éste último, a parte de su reducido presupuesto en comparación con el total, presta poca atención a desarrollar medidas para el fomento de la ganadería extensiva y el pastoralismo. En este sentido, Concha nos indica la paradoja de la política agraria comunitaria: La PAC, con sus políticas, está cerrando un círculo pernicioso, ya que uno de los objetivos originarios de la PAC era asegurar el autoabastecimiento de Europa y ahora apoya mayoritariamente una política agraria que nos lleva por el camino contrario promoviendo una situación a la que supuestamente quería hacer frente.
Así nos remarca tres cambios mínimos y fundamentales que deberían hacerse en la política comunitaria:
1 – Eliminar los derechos históricos
2 – Cambiar el pago por superficie en las ayudas de tarifa plana por un pago por provisión de servicios ecosistémicos y, sobre todo,
3 – Cambiar la mirada general de la PAC de manera que potencie a explotaciones sostenibles y no lo contrario.
Tal y como decía el informe de WWF/SEO Birdlife, en la actual PAC “quien contamina cobra”.
La actual mirada ha generado un impacto muy grande en sobre un recurso que no tan habitualmente se tiene en cuenta, el suelo: el modelo agrícola que ahora fomenta la PAC está destruyendo los suelos y ecosistemas y por tanto poniendo en peligro nuestra capacidad de producir alimentos. Hay pocos estudios sobre los suelos, pero algunos recientes indican que el 40% de los suelos en Europa están a punto de perder su funcionalidad y la mayoría de estos suelos son suelos agrarios. Asimismo, la tasa de erosión hídrica en la UE es 1.6 veces mayor que la tasa de formación de suelo (Land and Soil in Europe EEA Signals 2019).
Hablamos también de dos temas fundamentales para la ganadería, identificados en la Comunidad de Madrid por un reciente estudio del sector agroecológico: el cierre de mataderos y la certificación ecológica.
Respecto al primer asunto Concha nos dice que se trata de un problema que está siguiendo los mismos derroteros que en otros lugares: el cierre y privatización de los mataderos fue una manera de controlar la producción y los precios que se utilizó para la concentración del negocio de la carne en Estados Unidos.
Con respecto a las certificaciones hay todo un trabajo pendiente respecto a la certificación ecológica: está más adaptada para la industria que para las pequeñas producciones ganaderas y se deberían buscar fórmulas que faciliten el acceso a las mismas, estando por explorar posibles soluciones colectivas y colaborativas. Hay que explorar otro tipo de certificaciones y, aunque usar muchas etiquetas puede confundir, sabemos que existe una demanda social desde el consumo que piden productos más sostenibles con el medio y que sean socialmente justos.
Así quedó patente en un proyecto de SEO/Birdlife respecto a la percepción del consumidor sobre productos alimentarios con etiqueta Natura 2000, que reflejó que el nivel de ventas era mayor, dentro del mismo producto, en aquellos que contaban con el distintivo de la Red Natura frente a los que no lo tenían-.
Por último Concha nos da una serie de referencias que pueden servir de inspiración para el fomento de la ganadería extensiva en diferentes escalas: desde mataderos móviles, planes de gestión de pastos en Francia o las medidas de cogestión del territorio en Holanda entre el ministerio y agrupaciones de agricultores/as – éstas últimas articuladas a través de la aplicación de medidas de Agroambiente y Clima en los Planes de Desarrollo rural-.
¡Seguiremos de cerca estas experiencias para alimentar el horizonte de un mejor futuro para la ganadería extensiva en la Comunidad de Madrid!